Hoy vamos a tratar el perfil de un pirómano y, para ello, primero debemos describir en qué consiste este trastorno.
La piromanía es una enfermedad mental o trastorno de la personalidad que se asocia con la falta de control de impulsos. Quien la padece siente una necesidad imparable de incendiar porque eso le genera un alivio emocional: vacío existencial, aburrimiento, frustración, rabia o deseo de protagonismo.
El perfil de un pirómano suele coincidir con varones jóvenes, de entre 15 y 30 años, que carecen de estabilidad familiar, emocional o laboral. Antes de provocar un incendio, éstos tienen un subidón de adrenalina que les hace estar casi en trance, pero son conscientes, sin importarles los daños que puedan causar. Una vez ven las llamas, se atrapan en ellas y liberan toda su tensión. Se quedan cerca del fuego e, incluso, pueden ser ellos mismos los que avisen a los bomberos. Aunque después confiesen, no se arrepienten.
Es importante saber la diferencia entre un incendiario y una pirómano, pues el primero es una persona que quema un monte, mientras que el segundo constituye un grupo minoritario dentro de los incendiarios. En palabras del especialista V. Pedreira: “Del mismo modo que no podemos pensar que todos los ladrones son cleptómanos, no podemos decir que todos los incendiarios son pirómanos”.